Valentina Pinelo, agustina profesa en el Convento de San Leandro, de la ciudad de Sevilla. Valentina, perteneciente a una familia de ricos mercaderes genoveses, asentados en la capital de Indias, es la autora de un Libro de las alabanzas y excelencias de la gloriosa Santa Ana, impreso por Clemente Hidalgo, en 1601.
Valentina, monja de clausura en uno de los conventos
más principales y ricos de toda la ciudad hispalense, se benefició de
la magnífica biblioteca atesorada entre sus muros. Y se hizo teóloga,
aunque tal cosa no fuese posible. Una de las muchas monjas teólogas
propias de aquellos tiempos oscuros, en los que la mujer no podía
interpretar las Sagradas Escrituras, no podía ser exégeta del
conocimiento divino.
Valentina escribió sobre Santa Ana, la madre de la
Virgen María. Una Santa Ana retratada como madre y maestra, modelo
cultural femenino a imitar. Una Santa Ana creadora del linaje femenino
de Cristo. La Santa a la que tomar como ejemplo para crear toda una
genealogía de mujeres ilustradas, defendiendo el derecho femenino a leer
e interpretar las escrituras. Derecho que tardaría siglos en llegar.
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